¿Todavía estás preguntándote si es mejor tener una página web o usar redes sociales? Pues en este artículo vas a salir de dudas. Lo mejor es usar ambas.
Sí, como lo oyes. Es lo mismo que preguntar si deberías tener un local o hacer publicidad en un periódico.
Porque una página web y las redes sociales no son incompatibles. Simplemente sirven para cosas distintas y por eso puedes utilizar ambas.
De hecho, el gran error que cometen muchas personas, al empezar a emprender o al digitalizar un negocio existente, es creer que las redes sociales pueden sustituir a una web.
Por eso en este artículo te voy a explicar para qué sirve cada una de ellas y lo más importante, por qué no debes centrar tu presencia online en plataformas que no están para nada bajo tu control.
Índice
No te quepa duda. El duelo entre página web y redes sociales siempre lo va a ganar la página web.
¿Por qué? Porque es tuya y está bajo tu control. Las redes sociales no.
Puedes tener un gran plan de contenidos e, incluso, una estrategia que te proporciona grandes beneficios. Pero un cambio de políticas, la desaparición de una herramienta o una modificación del algoritmo pueden dar al traste con todo.
Por eso tu web debe ser el centro de tu negocio. Debe ser donde vendes, donde creas tu comunidad (lista de suscriptores) y donde aportas valor a través de contenido.
Y las redes sociales deben ser una herramienta para potenciar todo eso, ya sea de forma orgánica o pagada.
Porque si el meollo de tu negocio está en tu web, cualquiera de las situaciones que te he mencionado más arriba te obligará a adaptarte, a hacer cambios, pero nunca echará a pique tus ventas o te impedirá llegar a tu comunidad.
Como siempre digo, las redes sociales deben ser los altavoces donde suena la música que se crea en tu web.
A continuación te cuento más detenidamente algunas situaciones que pueden hacer temblar los cimientos de tu negocio si lo basas en redes sociales sin una web que lo sustente.
Ya sé que esto no es algo frecuente, ni que pase de un día para otro. Pero ocurre.
Un ejemplo relativamente reciente es Google Plus, que a principios de 2019 dejó de funcionar por falta de resultados. Porque no debes olvidar que las redes sociales son negocios de otras personas. Y si no alcanzan los objetivos marcados, habrá consecuencias.
Otro ejemplo que en su momento tuvo mucha repercusión fue Tuenti, una red social que entre 2009 y 2012 fue todo un referente entre el público más joven. Una de las plataformas más usadas en España y que permitía ganar mucho dinero a las empresas que la usaban dentro de su estrategia. A pesar de todo eso, desapareció para convertirse en operador de telefonía virtual.
Vine, MSN Messenger o Hi5 son otros ejemplos de redes sociales muy usadas y que ya no existen. Proyectos sólidos, con un plan de financiación y en algunos casos, con un gran volumen de usuarios detrás.
Porque aunque parezca imposible pensar en el cierre de Facebook o LinkedIn, son cosas que ocurren.
¿Imaginas qué pasaría con tu negocio si tu estrategia online se centra en Facebook y un día deja de aguantar las embestidas legales que recibe cada día? ¿O si la centras en YouTube y Google decide que no es suficientemente rentable, como ya pasó con G+ o Google Reader? ¿O si tu base es LinkedIn y surge una nueva plataforma que lo desbanca, como hizo esta red con Xing?
Como se dice vulgarmente: Te quedarías a dos velas.
A menos que tu estrategia de comunicación esté centrada en tu web y esas redes sociales sólo sean herramientas de difusión, no el centro operativo. En ese caso, el golpe será mucho menor y podrás recomponer la estrategia de negocio mucho más rápido, sin necesidad de empezar desde 0.
Sin llegar a desaparecer… ¿Qué pasa si cambian las Reglas?
En 2010 tener una página de Facebook era un chollo. Podías llegar a cientos de clientes potenciales simplemente publicando un par de fotos o enlaces interesantes.
Pero un día Facebook decidió cambiar las reglas del juego y se sacó de la manga un algoritmo. Poco a poco el porcentaje de fans que veían las publicaciones comenzó a bajar y hoy se sitúa por debajo del 5%, si haces las cosas bien. Se espera llegar a visibilidad orgánica 0.
Es decir, empresas y profesionales que dedicaron tiempo, esfuerzo y dinero en crear una comunidad, ahora necesitan pagar para llegar a ella.
En los últimos años la estrategia es apostar por los grupos, donde muchas de esas empresas están volviendo a gastar recursos en rehacer la comunidad que dejó de ver sus publicaciones. ¿En qué momento decidirá Facebook que es momento de monetizarlos y volverá a cambiar las reglas? En cualquiera.
De momento, este mismo descenso de alcance ya ha llegado a Instagram. Es previsible pensar que el siguiente eslabón de la cadena será WhatsApp Business.
¿Puede tu negocio sobrevivir a estas fluctuaciones y caprichos de empresas privadas que persiguen su propio beneficio utilizándote como fuente de contenidos que ofrecer? ¿Tienes capacidad para rehacer toda tu estrategia de principio a fin para adaptarla a las nuevas condiciones, y volver a hacerlo cuando estas vuelvan a cambiar?
Si has decidido basar tu estrategia en la creación de contenidos, la mayoría de redes sociales tampoco son el mejor sitio para ello.
Puedes hacer la mejor publicación de Instagram o el mejor tweet de tu vida. Pasará a la historia en pocas horas o minutos.
Para colmo, si dentro de unos meses quieres recuperarla para compartirla nuevamente o enviársela a un cliente cuya duda se resuelve en ella, te costará grandes esfuerzos. Especialmente en algunas redes sociales cuyo buscador es una auténtica castaña.
En cambio, con tu propio blog de contenidos puedes volver a compartirlas tantas veces como consideres necesario, con bastante facilidad e, incluso, de manera automática. En una red social o en 20 distintas, la plataforma no te limita.
Eso dejando de lado el hecho de que a poco que cuides el SEO, también te sirve como punto de entrada para nuevos clientes potenciales que hoy en día no te conocen.
¿Y qué pasa con la Publicidad?
Si tu «centro de mandos» está en Instagram o LinkedIn, ¿cómo haces una campaña publicitaria en Google Ads o en Twitter, por ejemplo? O peor, en un medio offline.
¿Invertirás dinero en mandar visitas a esas redes sociales? No sólo es poco probable que descubran la acción que se espera de ellos una vez en tu perfil, es que una vez dentro se distraerán con tremenda facilidad con notificaciones y publicidad, entre otras cosas.
Tampoco puedes contabilizar fácilmente el resultado de esas campañas. ¿Cómo sabrás si mereció la pena y puedes repetirla o perdiste dinero? ¿Por «sensación»?
Sin embargo, tu propia web te permite crear páginas específicas para cada campaña. No sólo para contabilizar y obtener datos. También para orientar la venta según el cliente. ¿O crees que quiere lo mismo alguien que buscó «zapatillas de running» que quien escribió «casco para bicicleta»? Ambos son productos de una tienda de deporte, pero cada búsqueda debe ir a una URL distinta si quieres tener opciones de vender.
Esta diferenciación es verdaderamente complicada en la mayoría de redes.
En Conclusión
¿Web propia? Sí. ¿Redes sociales? También. Pero cada cosa para lo que sirve.
La web debe ser el epicentro de tu estrategia de marketing y ventas, así como donde construyas tu propia comunidad a través de una lista de suscriptores con la que te comuniques periódicamente.
Las redes sociales deben ser desde donde captes visitas para llevar a esa web.
Por eso en el duelo página web vs redes sociales gana la primera. Incluso puede llegar a ser improcedente poner botones sociales dentro de la web. Si una visita ya está en tu casa, ¿por qué quieres llevarla a casa del vecino? Haz que quiera quedarse en la tuya y dejarte un medio para que puedas invitarla a volver.
En resumen, si no tienes web, deberías crearla hoy mismo. Si tienes, apenas la usas y estás regalando todos tus contenidos a alguna red social, deberías replantearte tu estrategia.
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